El jamón ibérico es, sin lugar a dudas, uno de los productos más representativos de la historia y cultura gastronómica española. Su degustación es un placer único e incomparable en el que disfrutan por igual los cincos sentidos.
Las propiedades alimenticias que proporciona la raza de cerdo ibérico, su sistema de cría y engorde a base de bellotas consiguen que una vez curado, el jamón sea una fuente de salud y bienestar para el organismo y un complemento esencial de la dieta mediterránea
El jamón ibérico posee múltiples beneficios para la salud: • Es protector cardiovascular: El 62% de las grasas del cerdo están compuestas por ácidos grasos monoinsaturados y ácido oleico que favorecen la aparición en la sangre de HDI (colesterol bueno) y reducen los niveles de C-LDL (colesterol malo) y fibrinógeno (sustancia relacionada con la coagulación de la sangre). Por eso, al contrario de lo que muchas veces se piensa, la grasa que vemos en el jamón ibérico es beneficiosa para la salud, ya que favorece el colesterol bueno, mientras que reduce el colesterol malo. Además, como el contenido de sal del jamón ibérico está totalmente controlado en su proceso de curación, resulta beneficioso para las personas con problemas de hipertensión arterial.
• Es antioxidante: Contiene gran cantidad de vitamina E o Tocoferol, también conocida como la vitamina de la juventud y la belleza por su función antioxidante.
• Rico en vitaminas y minerales: Contiene vitaminas B1, B6, B12 y ácido fólico, muy beneficiosas para el sistema nervioso y el buen funcionamiento del cerebro, minerales como hierro, cobre y fósforo, muchas proteínas y otros oligoelementos, que ayudan a combatir estados anémicos y favorecen el crecimiento y el desarrollo muscular y óseo en los niños y adolescentes.
• Bajo en calorías: El jamón ibérico tiene menos calorías que ningún otro embutido, 100 gr. solo aportan 190 calorías. De hecho, es uno de los componentes básicos que debemos integrar en nuestra dieta diaria ya que se ha comprobado que desciende los lípidos en sangre. ¿Cómo diferenciamos un jamón Ibérico de un jamón curado? A primera vista, el Jamón Ibérico se diferencia de otros jamones por su pezuña negra. Además, lo que hace especial a la raza ibérica es su capacidad fisiológica de almacenar grasa entre los músculos. Así los productos elaborados a partir de su carne, como el jamón ibérico, presentan las conocidas infiltraciones de grasa o vetas, que realzan su aroma, sabor y textura. Pero no debemos olvidar que se trata de una grasa “buena”, lo que le convierte en un producto saludable y nutritivo, de altísimo valor gastronómico.
Por otro lado, mientras que el tiempo mínimo de curación del Jamón Ibérico es de 24 meses, pudiendo llegar incluso a los 36; para otro tipo de jamones este tiempo oscila entre los 7 meses para un Jamón Curado; más de 7 meses para un Serrano; 12 para un Bodega y 14 meses para un Reserva.
Por último, resaltar también la importancia que tiene el corte del jamón. Como nos comenta Juan Carlos Gómez Sierra, Director del Negocio de Ibérico en Campofrío Food Group, Campeón Nacional de corte de jamón y autor del libro “El Jamón, elegirlo, cortarlo y saborearlo” , “el corte del jamón es todo un arte y no debe de hacerse de cualquier forma, si lo cortamos correctamente podremos intensificar las sensaciones al degustarlo y apreciaremos mucho mejor su sabor, aroma y textura. Hay que cortar las lonchas muy finas, casi transparentes y siempre en dirección desde la pezuña hacia la punta. También es importante que las lonchas tengan el ancho del jamón, para que contengan tanto carne magra como tocino”.
El jamón ibérico es, quizá, el más preciado tesoro de la despensa española y embajador por excelencia de la gastronomía de este país fuera de sus fronteras. Su versatilidad le hace compañero de muchos platos de la dieta mediterránea aunque degustarlo solo, acompañado de un buen vino, es un placer para el paladar.
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